Qué daño ha hecho el cine.
Cuando vemos en una película una escena de parto, no puede ser más opuesta a la realidad. Ni la mamá está maquillada, pintada y con una cara lozana y radiante, ni el bebé nace limpio, peinado, blanquito y regordete. La realidad es diferente, y muchas mamás y papás primerizos se asustan al ver por primera vez a su bebé recién nacido.
Por eso, es importante saber qué es normal y qué no en el aspecto de un recién nacido, para evitarnos sustos en el momento del parto y vivir esa experiencia de la manera más plena posible.
La cabeza del recién nacido, sobre todo si ha sido por un parto natural largo y complicado, puede estar deformada por el uso de forceps ó simplemente por la presión que ésta sufre en el canal de parto. No pasa nada: volverá a la normalidad en unos pocos días. Mientras el bebé coma, duerma y se desarrolle normalmente en sus primeros momentos de vida, todo marcha bien.
La piel no es blanca, ni mucho menos. Nacen más bien azules y cubiertos de una capa blanca. También esto es normal: piensa que su piel lleva 9 meses sumergida en líquido amniótico. Pero una vez que se limpia con una toalla o se le da el primer baño y pasados unos días la piel de tu bebé será normal.
La cara de un recién nacido puede verse un poco hinchada debido a la acumulación de fluido y al duro y dificultoso paso por el canal del parto. El aspecto del rostro del bebé suele cambiar significativamente durante los primeros días de vida a medida que el pequeño va eliminando el exceso de fluido y se va recuperando del traumatismo del parto.
A veces, los ojos del recién nacido son amarillos (la parte blanca de los ojos). Esto es debido a la acumulación de bilirrubina en su cuerpo, y debe volver a la normalidad en el primer mes de vida. Si no es así, su pediatra en su revisión tomará las medidas necesarias para que el cuerpecito de tu bebé absorba todo el excedente de bilirrubina.
¿Cómo nació tu bebé? ¿Tenía algunos de estos signos?